lunes, 24 de septiembre de 2012


@helhdz La Guerra Sucia, el 68 y el 2 de octubre ¿no se olvida?

Helena Hernández


http://expresandomas.blogspot.mx/2012/09/la-guerra-sucia-el-68-y-el-2-de-octubre.html
(Este es un ensayo que elaboré hace poco, sé que es largo pero bastante interesante, y vale la pena que lo lean. Usé teorías éticas para explicar y comparar los sucesos que se fueron desencadenando durante la Guerra Sucia en México. Dentro del ensayo están incluidos algunos hechos del 2 de octubre de 1968, fecha que yo considero como parteaguas en la historia política y social mexicana, porque el 2 de octubre no se olvida, ¿verdad?)





La guerra sucia en México: etapa oculta, oscura, y antiética del país


Durante la década de los 60 y hasta finales de los 70 hubo una época muy oscura y cruel en México que pocos conocen, y no está escrita en los libros de historia. Ésta lleva el nombre de Guerra Sucia, es sucia porque se aplicaron medidas de represión militar y política para disolver todas aquellas corrientes de oposición política en México, un ejemplo es el movimiento de Lucio Cabañas. 
Estos actos violentos y atroces fueron iniciativa del Partido Revolucionario Institucional, en aquel entonces al poder mediante Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, demostrando su mínima importancia por la justicia social. No se sabe mucho de la Guerra Sucia porque el mismo gobierno sometió a la prensa y ocultó la información durante mucho tiempo, hay muchos datos todavía por descubrir. Mario Vargas Llosa mencionó alguna vez que México vivía una dictadura perfecta, y esta serie de eventos es una prueba irrefutable de aquella afirmación del Premio Novel de Literatura. 
La Guerra Sucia dejó un número aún desconocido de muertos y desaparecidos en México. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirma que fueron 374 personas afectadas debido a esta serie de actos violetos, el gobierno mexicano asegura que tiene 557 expedientes de desaparecidos; investigadores aseguran que podrían ser muchos más. Uno de los personajes emblemáticos que dejó la Guerra Sucia fue Rosario Ibarra de Piedra, activista mexicana. 
En ese entonces su hijo Jesús Piedra Ibarra fue acusado de pertenecer a la Liga Comunista 23 de Septiembre, un grupo armado de orientación comunista. Luego el joven desapareció en 1974, cuando fue detenido por las autoridades. Desde entonces Ibarra de Piedra se ha dedicado a buscar el paradero de su hijo, luchar por las minorías de país, y porque se sepa la verdad de esta época llena de actitudes inhumanas por parte del gobierno mexicano.
La Guerra Sucia fue una época en la que se atentó contra la dignidad de aquellos que sólo querían un mejor futuro para México. Una época en donde las instancias gubernamentales pasaron por alto los principios éticos profesionales. Esta actitud ha hecho que se dude del compromiso ético de los presidentes mexicanos. 

¿Por qué la Guerra Sucia es un problema ético?
La Guerra Sucia es un problema ético porque se atentó contra la vida de los grupos opositores al gobierno en lugar de escuchar sus propuestas y llegar a un acuerdo razonable. Los dos principales culpables de estas desapariciones y muertes fueron Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, aunque Carlos Monsiváis y Julio Scherer García aseguran que los opositores empezaron a desaparecer desde la presidencia de Adolfo López Mateos. 
El punto medular de esta Guerra Sucia es que el Estado usó la “violencia institucionalizada que, contra un sector de la población en particular, construyó una maquinaria legal y simbólica para legitimar a violencia como única vía de conservación de derecho y resguardo de la soberanía y seguridad nacional” (Gómez de Unamuno, 2008: p. 35). Esto es hacer crímenes hacia la humanidad bajo el pretexto del combate a supuestos subversivos. 
Además fue una época en la que la información en los medios de comunicación era escasa, debido a que era controlada por el gobierno. También había una carencia de información cuando familiares de desaparecidos iban a pedir informes a la Secretaría de Gobernación, problema al que se enfrentó Rosario Ibarra de Piedra. Éticamente el Estado tiene el deber de proteger a sus ciudadanos pero en la Guerra Sucia el Estado mexicano únicamente velaba por su propia protección. 

¿Qué tan agraviada fue la dignidad humana de los grupos opositores al gobierno priista?
La dignidad humana fue totalmente agraviada durante la Guerra Sucia por parte del Estado. Esto es debido a que fueron crímenes de lesa benevolencia por parte del gobierno priista hacia grupos de oposición política.  Lo peor de la Guerra Sucia es que aún siguen impunes esas desapariciones y asesinatos que van de los años 60 hasta finales de los 70.
La dignidad humana, según la ONU es el conjunto de valores que otorgan al ser humano sus derechos a la integridad, al respeto, y a ser tratado como persona. Entonces, la situación durante esta atroz época de la historia mexicana propició una situación de miedo y de cuasi estado dictatorial en México, “se trata del ejercicio del poder del Estado al margen de la ley y sus atropellos a los derechos, la dignidad y la vida de los mexicanos” (Scherer García y Monsiváis, 2004: p.199). No existía el concepto de vida digna, además la opinión pública no importaba para el gobierno mexicano.

¿Qué cuestiones de la ética de la política no siguieron Díaz Ordaz y Echeverría?
De acuerdo con Richard A. Wasserstrom, existe una ética especial de la profesión que no se sujeta, o no depende siempre y en todas circunstancias de la ética ordinaria. Para este caso vale la pena analizar la ética especial de los políticos y compararla con la actitud tomada por los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría durante la Guerra Sucia. José Luis L. Aranguren, uno de los filósofos y ensayistas más influyentes de España, señala en su libro “Ética y Política” que la ética política tiene como finalidad “enseñarnos cómo debe ser y organizarse la sociedad civil, y conforme a qué principios debe gobernarse para que la sociedad y el gobierno sean morales” (L. Aranguren, 1999: p. 28). Esto significa que la ética política debe satisfacer las exigencias de la ética general, hacer el Estado ideal. 
Durante la Guerra Sucia se erigió un arquetipo de Estado en donde la realidad política se acomodaba en una sociedad reprimida por las fuerzas fácticas del gobierno. Siguiendo las ideas de Aranguren, se puede decir que la política implementada por Díaz Ordaz y Echeverría admitió la conveniencia práctica de tomar en consideración las circunstancias. Pero en este caso, se hizo de una manera negativa, tanto así que desembocó en la muerte de miles de inocentes en matanzas como la del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco o la del jueves de Corpus en 1971. 
También Aranguren menciona que son dos fines morales de la política. Uno de ellos es la justicia distributiva o social en cuanto a los bienes materiales e inmateriales; el otro, es la democracia como forma de gobierno, en donde se tomen en cuenta la autonomía y libertad de los ciudadanos. Durante la Guerra Sucia en México no se cumplió con ninguno de estos fines morales. No hubo una justicia distributiva de bienes, sobretodo inmateriales, porque los derechos, dignidad y libre expresión de los grupos de oposición se vieron cuartados por la intervención violenta del gobierno. Tampoco se hizo presente la democracia puesto que la autonomía y libertad de los ciudadanos se rechazó al sólo preocuparse por ‘deshacerse’ del descontento social que era expresado a través de los grupos opositores al PRI.

¿Por qué la guerra sucia va en contra de la ética utilitarista?
El utilitarismo es una teoría ética propuesta por Jeremy Bentham y John Stuart Mill que se resume con la siguiente frase: el máximo bienestar para el máximo número de personas. Es así como el utilitarismo propone actuar de modos que produzcan la mayor suma de felicidad posible en conjunto. En el caso del hecho histórico analizado, el utilitarismo no se hace presente en lo absoluto.
Aquí no se buscó el máximo bienestar para el máximo número de personas, se quería lograr el máximo bienestar solamente para la élite del gobierno. Se usó la violencia y la represión para acabar con los pensamientos opositores y las críticas hacia los presidentes en cuestión. Dice Carlos Monsiváis que durante la Guerra Sucia “el gobierno se condena cuando acepta en su lenguaje la palabra exterminio. Cuán doloroso es decirlo: en el rigor de los términos […]. Exterminar es arrasar, borrar, que nada quede, el fruto podrido arrancado de raíz” (Scherer García y Monsiváis, 2004: p. 105). 
Las matanzas, desapariciones, torturas que están documentadas en el libro “Los Patriotas, de Tlatelolco a la Guerra Sucia” son evidencia que no se pensó en el bien de toda la población mexicana. En el ambiente había temor e incertidumbre, no había información, puesto que los ciudadanos no sabían lo que estaba pasando. En lugar de apaciguar las críticas al gobierno, los presidentes lograron el creciente descontento de la población. Por si no fuera poco, las investigaciones para encontrar a los desaparecidos no se llevaban a cabo, dejando a familias enteras con una extrema preocupación y tristeza. Así como lo menciona Monsiváis de manera tan desconsolada, “la vida siguió, desdichada para tantos” (Scherer García y Monsiváis, 2004: p. 139). 

¿Qué otras cuestiones de la ética profesional se omitieron?
Para contestar esta pregunta es preciso abordar al autor Emilio Martínez. Él habla del compromiso con la ciudadanía a través de la ética de la profesión. Estipula que al ejercer una profesión se debe ofrecer un servicio de calidad teniendo en cuentas las generaciones venideras, la Guerra Sucia y la actitud de sus responsables fue inadmisible en este aspecto. 
¿Por qué? Porque la Guerra Sucia fue el reflejo de un régimen autoritario, antidemocrático y empeñado en la conservación de sí mismo. Se cometieron actos impunes y hubo una persistencia exagerada de excesos represivos y de violaciones a los derechos humanos por las instancias gubernamentales. De las generaciones venideras se puede decir que los actos violentos siguen impunes. Los perpetuadores de las matanzas nunca fueron acusados ni castigados, ni siquiera señalados. Las madres de los jóvenes que desaparecieron durante la Guerra Sucia siguen luchando por saber la verdad. Y la población actual no está bien informada de la Guerra Sucia, o simplemente la ignora. Esto se debe, según la periodista Carmen Lira Saade, a que el gobierno tiene esa información extremadamente resguardada y se ha empeñado en ocultar esta oscura etapa de la historia mexicana. 
Es así como se comprueba que el concepto de ciudadanía de los propios presidentes mexicanos de la época estaba completamente desfigurado. También Martínez menciona que “todo profesional ha de tener en cuenta, en la medida de lo posible, el punto de vista de las personas afectadas por su labor profesional” (Martínez, 2006: p. 129). En el caso de la Guerra Sucia, seguramente los grupos opositores estaban siendo afectados por la labor de los políticos mexicanos, pero éstos en lugar de escucharlos y enterarse de sus problemas, decidieron desaparecerlos y no dialogar con ellos. 

¿Cuáles pudieron ser las posibles soluciones siguiendo la ética? 
Conforme a la ética, dentro de las posibles soluciones de los movimientos rebeldes en México durante los sesentas y setentas, estaba la de dialogar con los grupos opositores. De acuerdo con Enrique Krauze, ensayista e historiador mexicano, eso era precisamente lo que pedían estos grupos: un diálogo con Díaz Ordaz. De haber entablado una plática con los líderes de los movimientos de oposición, las figuras políticas se hubieran enterado de la razón de sus disgustos. Así, pudieron haber establecido una estrategia para mejorar la problemática social en la que se encontraba el país, y aplicar la ética utilitarista. 
Otra solución pudo haber sido dejar que se manifestara la población, al final de cuentas México es un país libre. Y poner atención a las peticiones de los manifestantes para trabajar sobre ellas. Posteriormente, hacer un comunicado, ofrecer una conferencia de prensa o dar un discurso en donde el gobierno se comprometiera a mejorar las condiciones de vida del estrato social al que pertenecían aquellos grupos opositores. Pero no sólo decirlo, cumplirlo.
Doy por terminado este trabajo argumentando que etapas como la Guerra Sucia representan un desafío para mí en varios ámbitos. En el ámbito personal, porque me decepciona lo ocurrido. También me decepciona que la sociedad mexicana pase por alto estos hechos y los desconozca, que cada vez se investigue menos y se esconda más. En el ámbito social, aunque sí lo he hecho, me ha causado un poco de miedo el expresarme y alzar la voz. Estoy segura que no soy la única. 
En el ámbito profesional, como comunicóloga con un gran interés por el periodismo, es un desafío porque me pongo como ejemplo a personalidades como Carlos Monsiváis, Julio Scherer, Elena Poniatowska y demás periodistas que han luchado por indagar acerca de estos hechos y descubrir la verdad. Además del riesgo que representa esto en México, el país de Latinoamérica donde es más peligroso ser periodista. 
Se atentó contra la dignidad de los ciudadanos durante la Guerra Sucia, y se está volviendo a atentar contra nuestra dignidad con esta “guerra contra el narcotráfico” donde han muerto ya muchas personas inocentes. Acontecimientos como estos por supuesto que tienen impacto en el tema de justicia social porque el gobierno toma decisiones sin pensar y sin analizar la situación. Esto afecta a una mayoría, cuando es esa mayoría, según el utilitarismo, la que debería de recibir los beneficios de dichas decisiones. La ética profesional de los políticos mexicanos es cuestionable porque se ha reflejado a través de la historia que su preocupación por la ciudadanía es escasa. 


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